lunes, 19 de octubre de 2015

PARA DESARROLLAR LA FUERZA CONSCIENTE

PARA DESARROLLAR LA FUERZA CONSCIENTE
Por: Jeanne de salzmann

La observación de sí es la función del amo.

Por el momento, no tenemos más que una atención, dirigida ya sea sobre el cuerpo, ya sea sobre la cabeza o el sentimiento.

Con la voluntad del hombre número 1, 2 y 3, y con toda la concentración posible, sólo podemos controlar un centro.

Sin embargo, podemos hacer un esfuerzo y la observación fortalece la atención y aprende a concentrarse mejor.

Uno puede entonces recordarse de sí mismo y, si uno trabaja esto concienzudamente, puede ver lo que hace falta.

Hay dos clases de acción: la automática y la voluntaria.

Querer es lo más importante y lo más poderoso en el mundo, porque permite tener UNA ACCIÓN que no es automática.

Podemos, por ejemplo, tomar algo que deseamos hacer, que no somos capaces de hacer, y volverlo nuestra meta, sin dejar que nada se interponga.

Es nuestra meta única.

Si uno “quiere”, uno puede.

Sin querer jamás se podrá.

Con un querer consciente, todo puede ser obtenido.

Necesito desarrollar UNA ATENCIÓN VOLUNTARIA, es decir, una atención consciente, una fuerza más grande que mi automatismo.

Necesito sentir su falta y tener una atención activamente puesta sobre mí, sobre mi estado, sobre LA RELACIÓN entre mi pensamiento y mi cuerpo.

Siento que ese querer no es mi voluntad habitual, VIENE de un sentimiento nuevo, desconocido.

Una fuerza consciente no puede ser automática.

Solo una atención voluntaria, ese movimiento consciente, que es la apertura a una fuerza superior, tiene el poder de superar el automatismo; ese movimiento consciente, por tanto voluntario, tiene el poder de superar el automatismo.

Pero para eso la atención debe estar siempre ocupada voluntariamente.

Ella puede ser más o menos fuerte, puede disminuir, pero apenas cesa de ser voluntaria, es tomada.

Yo vuelvo a ser fragmentado, y el automatismo recomienza.

La apertura a una fuerza superior debe llegar a ser constante.

Aprendo a tener una sensación continua de mí... al caminar, al trabajar.

Mi atención está completamente ocupada.

Todo el tiempo siento y vuelvo a sentir mi Presencia y al mismo tiempo aparto las asociaciones; mi atención no les permite invadirme.

Tengo la sensación y el sentimiento de mi Presencia, la atención está sobre la sensación.

La cabeza vigila, la atención está ocupada totalmente en mi experiencia.

No me represento nada con palabras o imagenes.

La visión es lo más importante.

Ella sostiene la relación y permite que se forme la energía.

El cuerpo rechaza su manifestación automática porque siente la calidad de esa fuerza.

Se somete a ella para recibir su acción y permitir que se intensifique.

Hay una lucha: una fuerza debe tomar la autoridad y la otra debe aceptarlo.

Todo lo que está disperso se concentra.

La atmosfera se recoge por si misma.

Hay entonces una sensación definida y en cierto momento me siento animado por una energía nueva, un sentimiento de ser.


jeanne de salzmann

domingo, 18 de octubre de 2015

EL CAMINO DE SUBIDA

EL CAMINO DE SUBIDA
Por: jeanne de salzmann

¿Qué es lo que necesitamos para reencontrar una sensación interior, un sentimiento de realidad?

Tenemos que conocer ese camino, aceptando lo que somos y que tal como somos hoy no podemos abrirnos a la realidad en el movimiento de la vida.

Debo conocer el camino que tomo: el camino de subida y el camino de bajada.

Ante todo, aprendo a retirarme, para encontrar en mí algo real que pueda conocer y después regresar hacia la manifestación.

Ante todo debo tener el deseo de ser diferente del que soy por lo común, el deseo de otra calidad.

Estoy completamente vuelto hacia esa percepción de una mejor calidad.

Comprendo que mi pensar habitual, mis emociones habituales y mis sensaciones habituales no me lo darán, y renuncio a mi actitud ordinaria y a mi ilusión de mí mismo.

No puedo hacer nada.

Pero puedo tomar conciencia de la manera en que ocurren las cosas en mí.

Se que hay una posibilidad, una actitud que permitirá la apertura a una energía más alta, pero no soy lo suficientemente consciente de esto.

Estar consciente de esto querría decir que todas mis partes tendrían ese conocimiento.

Para la apertura a una energía más alta, tengo que estar presente a ella, presente con todos mis centros.

Ese acuerdo debe venir de todas las partes de mí mismo.

Es como un mundo que se organiza, cada parte debe voluntariamente tomar su lugar.

El obstáculo principal para la conciencia es la mente que divaga.

Todo lo que me distrae de mi concentración es mi enemigo.

No tengo por que luchar contra ella, tengo que ignorarla, no alimentarla con mi energía, es decir, con mi atención.

Mi pensamiento se mueve demasiado, vibra con todos los choques, porque ingenuamente espero algo de ellos.

Los pensamientos siempre presentes comunican ciertas vibraciones que tienen la propiedad de invadir la conciencia del cerebro.

Pero ciertos pensamientos, si estan presentes, impiden a aquellos traspasar la puerta de la conciencia.

Eso muestra que la mente puede ser la causa de mi esclavitud o de mi liberación.

Podemos separarnos de ese amasijo de pensamientos para llegar a la vibración única de un pensamiento con el cual trato de armonizarme: “¿Quién soy yo?”

Tras el flujo de pensamientos aparece la percepción continua, silenciosa, de Yo.

Entonces no vibro con todos sus choques, sino que permanezco indiferente, no espero nada de ellos.

Me adhiero al choque producido por la pregunta “¿Quien?” hasta que todos los otros pensamientos se hayan sometido.

No es fácil, pero no me permito descorazonarme o tener miedo.

Esta pregunta tiene como meta llevarme a la conciencia.

Y no me aferro a la idea de lograrlo.

Cualquier idea que se le agregue, hasta la idea de la conciencia, es inutil y hasta nociva.

Si otro pensamiento llega, lo reconozco por lo que es y no lo sigo.

Mi mente se tranquiliza y adquiere más firmeza, con el poder de conocer sin la participación del pensamiento.

Cuando mi pensamiento está tranquilo, aparece una sensación de energía más sutil, de una Presencia viva en mí.

Siento que detrás de mis asociaciones hay una vibración que parte de mi cerebro y circula por mi cuerpo, una corriente de energía en los músculos.

La corriente necesaria para una sensación intensa de mí es muy alta, mientras que la que se requiere para cualquier manifestación es mucho menos poderosa.

Asi, para dejar lugar a esta corriente y cerrar su circuito, extiendo la red de mi atención.

La corriente se acumula en las mallas de su red.

Mi atención penetra por todas partes.

Mis músculos más profundos y más pequeños están relajados, pero solamente hasta cierto punto.

Conservan la tensión necesaria para mantener la corriente, ni más ni menos: más, me separaría de mi cuerpo; menos, dejaría escapar la corriente.

Los otros músculos de mi cuerpo están flexibles, libres, sin tensión, listos para ser animados por la corriente menos intensa.

La regulación del tono global influencia el ritmo que emite las ideas y puede, por consiguiente, traer consigo una especie de dominio de las asociaciones.

Hay una tranquilidad, un sentido interior de la realidad.

El recuerdo empieza a ser más completo cuando el sentimiento participa de él.

Y cuando mi atención está dividida, cuando me siento concernido con mis dos aspectos, el sentimiento no puede sino intervenir, no puede permanecer indiferente.

El sentimiento es tocado por la calidad de mi estado o por la falta de armonía.

La energía particular necesaria para el recuerdo solo puede producirse en el momento de un acento muy fuerte del sentimiento.

Antes de esto no hay sino una preparación.

jeanne de salzmann




miércoles, 14 de octubre de 2015

VER CON LA CONSCIENCIA

VER CON LA CONSCIENCIA
COMPRENSIÓN

¿Qué sería decir que vemos?

Decir que vemos sería posible sólo si conociéramos el pasado y el presente.

Pero no vemos y, en consecuencia, nunca podremos convencernos de la existencia de lo que no podemos sentir.
                    
Aquí tenemos la razón de por qué consideramos como realmente existente sólo el círculo que nuestros tentáculos pueden asir en un momento dado.

Más allá de este círculo hay solamente oscuridad e inexistencia.

Pero, ¿tenemos derecho a pensar de este modo?

'Imagínese una consciencia que no esté limitada por las condiciones de la percepción de los sentidos.

Tal consciencia puede elevarse por encima del plano en el que nos movemos; puede ver mucho más allá de los límites del círculo iluminado por nuestra consciencia ordinaria; puede ver que no sólo existe la línea a lo largo de la cual nos movemos, sino también todas las otras líneas perpendiculares a ella que ahora cruzamos, o hemos cruzado antes, o cruzaremos más tarde.

Elevándose por encima del plano esta consciencia podrá ver el plano, asegurarse de que es realmente un plano y no solamente una línea.

Entonces, podrá ver el pasado y el futuro que están juntos y existen simultáneamente.

La consciencia que no está limitada por las condiciones de la percepción de los sentidos puede adelantarse al tonto viajero, escalar una colina, y ver desde la distancia la ciudad hacia la cual aquél se dirige.

Podrá convencerse de que esta ciudad no está siendo construida de nuevo para cuando aquél llegue, sino que ya existe por si misma, muy independientemente de él.

Podrá mirar hacia atrás y ver en el horizonte las torres de la ciudad que el viajero abandonó, y convencerse de que las torres no se derrumbaron, que la ciudad continúa en pie y viva como lo estaba y vivía antes de la llegada del viajero.

Tal consciencia puede elevarse por encima del plano del tiempo y ver la primavera detrás y el otoño delante, ver simultáneamente las flores que se desarrollan y el fruto que madura.
LA CONSCIENCIA
¿La consciencia puede curar al ciego de su ceguera y hacerle ver el camino que recorrió y el que tiene delante?

Puede curar al ciego de su ceguera y hacerle ver el camino que recorrió y el que tiene delante.

El pasado y el futuro no pueden ser inexistentes, pues, si no existen, tampoco existe el presente.

Deben existir juntos en algún sitio, sólo que no los vemos.

El presente, como opuesto al pasado y al futuro, es la más irreal de todas las irrealidades.
                                  
Debemos admitir que el pasado, el presente y el futuro no difieren entre sí de modo alguno, que la única cosa que existe es el presente: el Ahora Eterno de la filosofía india.
             
Maurice Nicoll